Estalló la casa en medio de la oscuridad de la noche, claro que en el interior de ese encierro forzado, y absoluto de la realidad, se pierden las nociones espacio temporales. En ese periodo de aparente descanso se produjo un griterío, un intercambio de opiniones que alcanzó límites inimaginables.
La guerra dialéctica, con alguna amenaza de traspasar al estadío de la violencia física, se originó en una diatriba que les presentó la producción de Gran Hermano. A raíz del escaso presupuesto, que los sobrevivientes no logran aumentar con las pruebas semanales, le plantearon una disyuntiva.
La idea del programa se basó en ponerlos de cara a una decisión compleja, que se relaciona con utilizar los recursos destinados al kiosco a otra variante. De ese modo, la producción, que ayer se comprobó que ingresa a la casa y habla con los concursantes, les dio a elegir entre comprar cigarrillos o un asado completo para todos.
A partir de esa posición se suscitaron debates en la interna, donde la mayoría se sintió seducido por la posibilidad de cenar ese plato tradicional y suculento de estas tierras. Así se concordó repartir todos los cigarrillos disponibles de manera equitativa para calmar la ansiedad de ese consumo.
Empero, algo no resultó del todo armonioso. La Tana y Sandra intercambiaron opiniones fuertes en la habitación, luego ingresó Gaby para buscar un paquete y se topó con una respuesta dudosa de la blonda. Inmediatamente, la brasilera corrió al living para ‘denunciar’ la situación con Luchy.
Envuelta en un enojo, Gaby espetó delante de todos sus compañeros el comportamiento de su colega: “Tana se está haciendo la viva porque le di un paquete en el vivo. Acá falta un atado. No voy a dejar que se quede con un atado. Lo fui a buscar y me dijo que no tiene”.