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Conseguir lo que querés puede tener un lado negativo

Un amigo mío se jubila después de soñar con esto durante años. Sin embargo, cuando buscó las cosas de su despacho se quebró en un llanto. “No tengo ni idea de por qué”, me dijo. “Siempre quise irme”.

Anticipamos que algunas transiciones de la vida van a ser difíciles, como una enfermedad grave o el final de una relación. Pero otras —una casa nueva, un matrimonio, un ascenso— son más positivas. Entonces, si deberías estar feliz, ¿por qué te sentís triste?

Porque con el cambio viene la pérdida, dijo Alan Wolfelt, asesor en duelo y director del Centro para la pérdida y la transición vital de Fort Collins, Colorado. “Cada vez que ganás algo nuevo en la vida, estás renunciando a otra cosa”, dijo. “Y, a veces, el resultado es el dolor”, añadió.

Entonces, ¿cómo gestionar las emociones inesperadas? Esto dicen los expertos.

Reconocer tu pena

“A menudo asociamos el dolor con la muerte, pero lo cierto es que puede aparecer en cualquier pérdida. Y decirte a vos mismo que deberías estar contento solo hace que te sientas peor”, dijo Anthony Chambers, psicólogo y director académico del Instituto de la Familia de la Universidad Northwestern.

Chambers sugiere que aclares tus emociones confusas haciéndote estas preguntas: ¿Qué estoy sintiendo y por qué me siento así? ¿Qué estoy perdiendo con esto que gano? ¿Qué apreciaba de mi etapa anterior de la vida?

Sentir pena no significa que hayas tomado la decisión equivocada, dijo Chambers. Es parte de tu adaptación a este nuevo capítulo.

Permitite hacer el duelo

Mientras que la pena es una respuesta interna, dijo Wolfelt, el duelo es “ser capaz de compartir esos pensamientos y sentimientos con el exterior”.

Cada persona procesa el duelo de forma diferente, dijo. “Podés escribir en un diario, hablar con otras personas que estén en situaciones similares o expresarte mediante el arte o la música”, agregó.

“Hagas lo que hagas, tratá de ser sincero cuando la gente te pregunte sobre estas transiciones», dijo Doris Vaughans, asesora profesional licenciada del Instituto Portland para la pérdida y la transición.

La gente va a decir cosas como: “Ay, ¿te jubilás? Qué maravilla, debés estar muy feliz’”, planteó Vaughans. “Podés responder algo como: ‘Sí, estoy feliz y triste. Ahora no sé cómo ser esta nueva persona, porque aún no lo he hecho’”.

Y si te cuesta mucho superarlo, considerá la posibilidad de hablar con un terapeuta o unirte a un grupo de apoyo, añadió Vaughans. Los padres primerizos abrumados, por ejemplo, pueden ponerse en contacto con Postpartum Support International, una organización sin fines de lucro que ofrece grupos de apoyo gratuitos en internet para padres de todo tipo (no solo para los que padecen depresión posparto).

Decir adiós también es un acto de identidadShutterstock

Planificá un “final redondo”

Cuando empezamos un nuevo capítulo en la vida, “en nuestra mente, ya estamos en el futuro”, dijo Gabriele Oettingen, profesora de psicología de la Universidad de Nueva York.

Puso como ejemplo a los estudiantes que se gradúan en la Universidad de Nueva York, quienes, cuando quedan varios meses para la graduación, tienden a dejar de lado los estudios y prepararse para las entrevistas de trabajo, dijo.

“Pero después dicen que se arrepienten de no haber pasado suficiente tiempo con sus amigos”, dijo. Las investigaciones de Oettingen sugieren que es más probable que tengamos sentimientos positivos sobre la transición de una etapa de la vida a la siguiente si tenemos un “final redondo”, marcado por una sensación de cierre.

Si los participantes sentían que habían atado los cabos sueltos, dijo Oettingen, se sentían más felices, experimentaban menos arrepentimiento y eran más capaces de concentrarse en la siguiente fase de sus vidas.

“Así que si te acercás a una transición, buscá formas de conmemorarla”, recomendó Oettingen. “Si, como mi amigo, estás anticipando la jubilación, intentá saborear todas las cosas que te gustan del trabajo, como la cafetería que hay junto a tu oficina o ir a comer con tus colegas favoritos”, dijo Oettingen. “Y plantéate un ritual, como una fiesta de despedida”, añadió.

Buscá partes de tu antigua identidad que puedas recrear

Vaughans anima a sus clientes a preguntarse: ¿Qué es lo que extraño concretamente? y ¿Hay alguna forma de recuperar algo de eso de otra manera?

Cuando me trasladé de Brooklyn a los suburbios de Nueva Jersey me puse creativa. Estaba dispuesta al traslado, pero extrañaba mi antiguo barrio.

Entonces, una noche escuché un camión de helados. Me alegré mucho porque usaba la misma música que había oído durante 20 veranos en Brooklyn. Me hice amiga del heladero, compré muchos cucuruchos con chispitas de arco iris, y ahora el hombre estaciona delante de mi casa y pone esa música hasta que salgo.

No se trata de estar bien o mal, sino de hacer espacio a lo que aparece Freepik

The New York Times

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