No se trata solo de la macroeconomía, la inflación o el estancamiento productivo. Las empresas que invierten en Argentina también deben lidiar con una burocracia asfixiante y un Estado ineficiente, que vuelven ingrata la experiencia de emprender.
El reciente cierre de oficinas de Mercado Libre en la ciudad de Córdoba y su decisión de aplicar comisiones más altas en provincias con mayor carga impositiva son síntomas de ello. Aunque el caso es puntual, ilustra con claridad el destrato que sufren quienes quieren producir y generar empleo.
Y aquí el tema tributario es central. No solo en cuanto a presión, sino por lo mal organizado del esquema. El caso de los impuestos a las ventas fue de hecho lo que puso el tema en agenda.
Cómo se pagan impuestos en Argentina
Cualquiera que decida producir en Argentina debe destinar una parte de sus ingresos al IVA, que va directo al Tesoro nacional. Y aunque la doble imposición está desaconsejada tanto jurídica como económicamente, los gobiernos provinciales y municipales también suman capas de presión fiscal sobre el mismo hecho imponible.
Mercado Libre plantea una revolución tributaria y comienza contra el eslabón más débil
Las provincias, lo hacen a través de Ingresos Brutos (IIBB). Con tasas típicamente entre 1 y 5%, pero que en la práctica terminan siendo mucho mayores, por la razón de que no se pagan sobre el valor final del producto, sino en cada etapa de la producción.
El paso a paso y el crecimiento exponencial se podría explicar de la siguiente manera: una automotriz compra piezas a una autopartista que ya incluye IIBB en sus precios. Luego, la automotriz ensambla el vehículo y lo vende a una concesionaria, y vuelve a pagar el impuesto. Finalmente, la concesionaria vende el auto al consumidor e incorpora otra vez Ingresos Brutos al precio. El resultado es que el impuesto se acumula y la tasa final termina siendo mucho más alta.
Pero ese no es el único problema. Ingresos Brutos también es un impuesto engorroso desde lo administrativo. Cada provincia tiene su propio régimen, con distintas reglas según la actividad. Algunas empresas están obligadas a actuar como agentes de retención, cobrando el impuesto por cuenta del Estado. Y muchas veces se generan saldos a favor que no se devuelven.
El resultado es previsible: algunas empresas producen menos de lo que podrían si el sistema fuera más razonable, y otras ajustan sus precios para compensar el costo adicional, como anunció Mercado Libre con el aumento de comisiones en Córdoba. Es una distorsión que, aunque no se ve, la terminan pagando el consumidor y la sociedad.
Una vez saldadas las cuentas con el fisco provincial, el municipio donde esté asentada la empresa también va a sacar una tajada sobre sus ventas. Es claro que en este punto, es ilegítimo cobrar impuestos sobre el mismo hecho imponible que cuando menos, ya fue gravado dos veces. Es por eso que se alejan de la figura del impuesto y cobran “tasas retributivas” y otro tipo de artilugios. El requisito para que no sean llamados impuestos es que les atribuyen una contraprestación específica por parte del municipio.
Esto es de lo que Mercado Libre se quejaba en Córdoba particularmente, debía pagar 770 millones de pesos mensuales, que no se veían ni en una mejor infraestructura, ni en mejores condiciones para el sector.
Más presión fiscal y un sistema que no da para más
En los últimos meses, varios gobiernos provinciales y municipales han aumentado la presión fiscal. Y ello obedece a dos causas conjuntas: por un lado, a una transferencia silenciosa de funciones y responsabilidades desde el gobierno nacional, sin los recursos correspondientes. Pero por otro lado, a las ineficiencias propias del aparato estatal.
Sin embargo, en ningún caso la solución es cargar con más impuestos a los contribuyentes. De parte de los gobiernos locales, es necesario corregir el gasto improductivo. Pero también es necesario reordenar el régimen federal, clarificando roles y potestades de cada jurisdicción.
El Estado en sus tres niveles gasta de forma solapada e ineficiente en las mismas funciones, como sucede con la ayuda social, la educación o la salud. Son gastos que sería mucho más eficiente que estén a cargo de una sola jurisdicción (en estos casos, de los gobiernos locales).
Todos los caminos conducen al SuperIVA
En materia tributaria, es urgente repensar el sistema actual. No es muy difícil llegar al acuerdo de que cobrar tres veces sobre un mismo hecho imponible es malo, y que administrativamente sería mejor tener un solo impuesto. Ahora bien, deberíamos quedarnos con el menos malo. En particular, el IVA es más simple, más transparente y neutral que Ingresos Brutos y tasas municipales, debido a que no acarrea consigo todas las distorsiones que sí tienen estos últimos.
Así se podría crear un «Súper IVA« que unifique a estos tres impuestos, con una alícuota mayor de ser necesario pero más amigable para el contribuyente. Este esquema podría ser recaudado por el ARCA a cuenta de las provincias y vendría a reemplazar a la coparticipación.
Mercado Libre no es un caso aislado, sino que visibiliza un problema generalizado, en el cual se quita viabilidad a la producción y la generación de empleo, a través de una política tributaria agresiva e injustificada. Por ello, no hay que esperar a crecer para eliminar los malos impuestos. Es al revés: hay que eliminarlos para poder crecer.
Patricio Canalis
Economista Senior. Licenciado en Economía (Universidad Nacional de Córdoba) y postgrado en Diseño y Evaluación de Políticas Públicas