Una nueva ola de violencia sacude al sur de Siria tras el estallido de enfrentamientos armados entre milicias drusas, tribus beduinas y el Ejército sirio en la provincia de Suwayda, lo que reavivó antiguas tensiones sectarias y provocó una creciente preocupación internacional.
El conflicto se desató el pasado domingo 13 de julio tras el ataque a un comerciante druso por parte de un grupo de beduinos armados que establecieron un control ilegal en una ruta que conecta Suwayda con Damasco.
La situación escaló rápidamente a enfrentamientos armados, emboscadas y secuestros cruzados entre ambos bandos. Según datos del Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), los enfrentamientos dejaron al menos 99 muertos y más de 200 heridos.
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La intervención del régimen sirio
El gobierno interino sirio, liderado por Ahmed al-Sharaa, desplegó tropas en Suwayda el 14 de julio en un intento de restaurar el orden. Sin embargo, las milicias drusas, desconfiadas de las intenciones de Damasco, acusaron a las fuerzas gubernamentales de colaborar con las tribus beduinas, lo que generó enfrentamiento armados entre el Ejército sirio y los drusos.
El Ministerio del Interior sirio, por su parte, atribuyó el estallido a la «ausencia de instituciones estatales y de seguridad» en la región.
Como resultado de estos combates, que aún continúan, decenas de civiles resultaron heridos, y se han registrado daños materiales significativos por fuego cruzado y artillería en zonas residenciales. Además, en redes sociales se difundieron videos de algunos miembros del nuevo Ejército sirio, pertenecientes a grupos extremistas islámicos, atacando a la población drusa local.
La intervención de Israel
En paralelo, Israel intervino con ataques aéreos dirigidos contra tanques y convoyes militares del régimen sirio que se dirigían hacia Suwayda. El ministro de Defensa israelí, Israel Katz, justificó las operaciones como un acto de protección hacia la comunidad drusa, con fuertes vínculos con Israel debido a su presencia en los Altos del Golán.
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Dentro de la propia comunidad drusa, las reacciones sobre la intervención de Damasco fueron divididas. El influyente jeque Hikmat al-Hijri calificó los ataques como parte de una “campaña genocida” y pidió la intervención de organismos internacionales, denunciando la complicidad de al-Sharaa con grupos extremistas.
Otros líderes, sin embargo, llamaron a la moderación y accedieron a la negociación de un alto el fuego con las fuerzas de Damasco, solicitando el desarme de las milicias locales para facilitar el diálogo con el régimen.
El 14 de julio por la noche, comenzaron negociaciones entre autoridades sirias, líderes locales y representantes del Movimiento Hombres de la Dignidad para alcanzar un alto el fuego. Aunque el diálogo continúa, la tensión sigue latente en las calles.
Desde Washington, el enviado especial de EE.UU. para Siria, Tom Barrack, expresó su «profunda preocupación» por los sucesos en Suwayda y aseguró que Estados Unidos está “activamente involucrado con todas las partes en Siria para navegar hacia la calma y discusiones de integración productivas”.
Barrack instó a una solución pacífica e inclusiva que contemple los derechos de drusos, beduinos y otras comunidades afectadas por la violencia. En las últimas horas, Estados Unidos también le pidió a Israel que cese los ataques contra el Ejército sirio.
La provincia de Suwayda, de mayoría drusa, ha sido históricamente una zona con fuerte identidad local y autonomía. Desde la caída del régimen de Bashar al-Assad en diciembre de 2024, grupos armados drusos como el Consejo Militar de Suwayda han incrementado su influencia, resistiendo la reintegración plena con el nuevo gobierno.