Si se concretan las versiones que soplan fuerte de que la Suprema Corte de Justicia de un momento a otro confirmaría la doble condena que ya tiene Cristina Kichner en la causa Vialidad, eso equivaldría a su automática detención.
Sufrir cárcel funciona en los líderes peronistas casi como una cábala. Los que pasaron, mucho o poco, una temporada entre rejas luego llegaron a ocupar el cargo de presidente de la Nación. Por eso Javier Milei la quiere libre y compitiendo, no victimizada batiendo el parche de la proscripción.
El primero en probar esta peculiar cábala fue Juan Domingo Perón cuando, producto de una fugaz interna en la dictadura de la que formaba parte (la revolución de los coroneles que dio el golpe de Estado de 1943) quisieron desbancarlo. El tiro les salió por la culata: apenas pasó unas horas en la isla Martín García y en el Hospital Militar Central porque una muchedumbre enfervorizada en la Plaza de Mayo, el 17 de octubre de 1945, clamó por su liberación. Cuatro meses más tarde lo ungían en las urnas como presidente constitucional.
Con Carlos Menem sucedió algo curioso: tras ser liberado, las dos veces que estuvo preso, ganó sendas elecciones presidenciales. La dictadura militar lo tuvo detenido varios años hasta que recuperó su libertad en 1981. Ocho años más tarde era presidente de la Nación por dos períodos consecutivos. Pasó el tiempo y en 2001 el juez Jorge Urso ordenó encarcelarlo por ser jefe de una asociación ilícita que desviaba armas a Ecuador y Croacia. Transcurrió 167 días en arresto domiciliario, que cumplió en una quinta de Don Torcuato. Menos de dos años después salía primero en las elecciones presidenciales de 2003, aunque quien asumió fue Néstor Kirchner porque el riojano desistió de competir en la segunda vuelta.
Tanto el dirigente santacruceño como Cristina Fernández sufrieron en el sur breve privación de la libertad en los días finales del gobierno de Isabel Perón por operativos que se hacían entonces para frenar la violencia desatada por el terrorismo guerrillero. Y una vez más, la cábala se cumplió: ambos fueron presidentes a posteriori.
Hay una excepción a la regla: Isabel Perón, que estuvo presa cuatro años por los militares que la destituyeron en 1976. Nunca más volvió a la cumbre del poder, aunque tampoco lo intentó.
¿Podría soñar la presidenta del Justicialismo, si pierde la libertad, con un destino parecido al de Luiz Inácio Lula da Silva, que estuvo preso 580 días desde 2017, lo que no le impidió volver a ser presidente de Brasil por tercera vez, a partir del 1° de enero de 2023?
Mejor evitar ese riesgo debe haber pensado la exvicepresidenta, cargo que se olvidó de consignar en su primer spot como candidata a diputada bonaerense por la tercera sección electoral, al igual que ninguneó el período 2019-2023 cuando en su alocución del 25 de mayo solo habló de “los doce años y medio del kirchnerismo”, siendo que en realidad fueron 16 y medio. ¿Qué autocrítica se le puede pedir de esa gestión si ni siquiera es capaz de reconocer su existencia?
Intuyendo, por pálpito o por información, que se le viene un fallo adverso de la Corte, CFK encendió todos sus motores elevando al máximo su perfil mediático en la semana que pasó.
Ducha en sacarle el jugo a modestos decorados vivientes –hacia el final de su segundo mandato como presidenta apelaba a los más escuetos “patios militantes” en la Casa Rosada donde amuchaba fans en espacios reducidos–, el lunes último lo recreó con unos cuantos vecinos y curiosos que se arremolinaron detrás de las vallas que se dispusieron a la entrada de C5N. Allí el Gato Sylvestre le hizo una entrevista aún más concesiva de la que suelen hacerle a Milei el selecto staff de sus periodistas preferidos. En su transcurso se apuró a confirmar su candidatura en la provincia, de manera que si la Corte finalmente le baja el martillo le permita agitar el fantasma de la proscripción. Aprovechó para calificar al Presidente de ser “un marginal” que ataca a todo aquel que le disputa sentido. Contó con una muy estimable audiencia de 8 puntos de rating en TV y picos de 130 mil espectadores, en Youtube. Al día siguiente Buenos Aires apareció empapelada con afiches que decían “Cristina diputada”, con la misma tipografía de su libro Sinceramente. También se reunió con Axel Kicillof después de mucho tiempo de frío polar entre ambos en busca de una lista de unidad y ayer mismo hacía campaña en la provincia de Corrientes, donde denunció “persecución judicial”.
Impertérrita ante los repentinos movimientos de Cristina Kirchner, la Corte rechazó la recusación que ella le hizo a Ricardo Lorenzetti por adelantar que la causa Vialidad debía quedar resuelta antes de los comicios. Ahora sí, los supremos ya están en condiciones de definir el destino de la exmandataria. Gran suspenso.