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Los lugares del mundo que hay que visitar para salir de la vorágine y conectar con uno mismo

  • 13 minutos de lectura

Vivimos en ciudades y poblaciones que se mueven a un ritmo acelerado. Muchas de ellas surgieron por su ubicación estratégica, tras alguna conquista puntual, o gracias a las condiciones favorables del terreno para la agricultura o alguna actividad económica específica. Pero en ese avance incesante algo quedó atrás: la conexión con la naturaleza, con lo espiritual y con la energía que nos sostiene.

En medio de esta desconexión comienza a surgir un deseo silencioso pero muy profundo: el de volver a conectar con nosotros mismos, con nuestro eje y nuestro propósito en el mundo. En definitiva, con lo que le da sentido a la existencia.

Para todos aquellos que necesiten bajarse de la vorágine, conectarse con el propio centro y recargar vitalidad, existen espacios y destinos sagrados. Lugares con una energía especial, una historia ancestral y una atmósfera que ayuda a quienes los visitan a volver a sí mismos y recordar quiénes realmente son.

Estas experiencias nos proponen, en primera instancia, una forma de salirnos del ruido cotidiano, del ajetreo de la ciudad y de las rutinas cronometradas. Pero son mucho más que una simple pausa o escape. Estos viajes funcionan como una invitación a abrirnos a lo simbólico y lo trascendente. Ya sea en medio del desierto, en la cima de una montaña, junto al mar o en antiguos templos, estos destinos actúan como portales que habilitan otra forma de habitar el tiempo y el espacio.

Todo indica que lejos están de tratarse de una moda pasajera o de una tendencia superficial, sino más bien de una búsqueda producto de los tiempos que corren. Utilizar a la misma tierra como elemento de conexión con el espíritu puede acelerar procesos de bienestar, autoconocimiento y hasta despertar espiritual. Es una respuesta posible a una inquietud tan antigua como el ser humano…o incluso más antigua: como el planeta mismo.

Viajar a lugares donde la vibración es más alta –nodos donde la energía de la tierra o las estrellas se potencia– y donde los conocimientos y las prácticas ancestrales están muy a mano, puede ser clave en ese proceso de reconexión.

¿Pero qué son los lugares sagrados? ¿Por qué algunos sitios parecen tener una energía especial, una atmósfera distinta, como si el tiempo se detuviera o nuestro ser lograra comunicarse mejor con nosotros?

Podemos hablar de dos grandes tipos de lugares sagrados. Por un lado, los que son sagrados por naturaleza, porque en ellos se concentra una energía especial del planeta. Por otro, aquellos en los que además de esa energía de la Tierra los seres humanos han construido templos, pirámides, altares o santuarios para amplificar o rendir tributo a esa energía. En todos los casos, lo que se repite es que el lugar ya era sagrado antes de que el hombre edificara sobre él. Las construcciones solo magnifican esa conexión que ya existía.

Quizás lo que más conmueve de estos viajes no sea el destino en sí, sino lo que representan. Porque detrás de cada persona que decide hacer su bolso y viajar miles de kilómetros para llegar a un monte, una abadía, una gruta o una pirámide, hay una intención profundamente humana: detenerse. Respirar distinto, salir del piloto automático, silenciar la cabeza, el exceso de información, la urgencia constante. Hay un deseo primitivo –casi instintivo– de volver a habitar el cuerpo, el presente y el misterio que eso conlleva.

En un mundo cada vez más acelerado, hiperconectado y lleno de estímulos artificiales, los lugares sagrados se convierten en refugios. Refugios de verdad, de sentido, de belleza, de autopreservación. Son espacios donde el tiempo se desacelera, donde lo invisible se vuelve protagonista y donde el alma encuentra su lugar. No es casual que cada vez más personas busquen este tipo de experiencias: es una manera de volver a las bases, de volver a lo esencial en medio del ruido constante.

No importa la religión, el origen o el credo. La espiritualidad que se despierta en estos lugares no responde a dogmas, sino a una sensibilidad que todos tenemos y que muchas veces queda sepultada bajo la lógica del rendimiento. Al visitar un lugar sagrado, muchas personas relatan lo mismo: una sensación de pertenencia, como si el lugar las estuviera esperando. Como si por un momento, el cuerpo, la mente y el espíritu se alinearan en una misma frecuencia y recordaran quiénes realmente son. O mejor dicho: quiénes realmente somos como humanidad.

Quizás ahí radique el verdadero motivo por el que estos viajes están cobrando tanta fuerza. Porque, en el fondo, no se trata solo de ir hacia un lugar geográfico, sino de emprender un viaje hacia adentro. Un movimiento interno que muchas veces empieza con un pasaje de avión, pero que en realidad es el comienzo de un recorrido mucho más amplio: el de volver a sentirse parte de algo más grande, más sabio y más antiguo que nosotros.

Mount Shasta, Estados Unidos

Uno de los ejemplos más potentes en estado natural es el mount Shasta, en California, Estados Unidos. Allí, los pueblos originarios no necesitaron construir nada para determinar su importancia o potenciarla: consideraban que esa montaña volcánica era una puerta al centro del universo y un lugar sagrado. Según la sabiduría ancestral que interpreta a la Tierra como un organismo vivo, mount Shasta representa el chakra raíz del planeta. Esto quiere decir que es el centro energético que regula la vitalidad, la fuerza y sostiene el equilibrio de todas las formas vivas. Así como el chakra base en el cuerpo humano conecta con la supervivencia, la estabilidad y la energía primordial, este lugar sagrado canaliza la energía vital del planeta, y por eso es un punto tan buscado por quienes anhelan una reconexión profunda y buscan algún tipo de sanación tanto física como espiritual.

Los pueblos originarios consideraban que esa montaña volcánica era una puerta al centro del universo y un lugar sagradoMark Gibson – Corbis Documentary RF

Lago Titicaca, Bolivia

Más al sur, en la región andina entre Bolivia y Perú, se encuentra el lago Titicaca, otro centro energético fundamental. Aparte de su gran belleza natural, cuenta la leyenda que allí nació la humanidad, en la Isla del Sol situada en su centro, de la mano de Viracocha, que salió del lago y creó a los primeros dos incas que llevarían adelante la civilización. Es considerado el chakra sacro del planeta, vinculado a la regulación de los procesos evolutivos de las especies.

El lago es considerado el chakra sacro del planeta, vinculado a la regulación de los procesos evolutivos de las especiesHugh Sitton – Stone RF

El Cerro Uritorco, Argentina

En Córdoba, el Uritorco también es un punto clave. Se lo asocia con avistamientos, fenómenos inexplicables y una energía difícil de poner en palabras. Personas de todo el mundo se acercan a realizar retiros en esa zona, buscando conexión con las estrellas y con la ciudad intraterrena de ERKS, según cuentan algunos entendidos del tema. Lo mismo sucede con el Aconcagua, el pico más alto de América. Con el leve movimiento en el eje del planeta de los últimos años, la energía solar que antes se concentraba en el Himalaya ha migrado a los Andes. Por eso el Aconcagua es un gran canal de conexión cielo-tierra.

Se asocia el Uritorco con avistamientos y fenómenos inexplicables

Los polos

Dentro de las diversas corrientes que estudian la energía de la Tierra, se considera que los polos geográficos –el norte y el sur– son nodos fundamentales. En estos extremos del planeta se activan flujos energéticos que actúan como canales de conexión con dimensiones más sutiles. Algunas teorías sostienen que esta energía se desplaza en un movimiento continuo: desde el polo norte hacia el polo sur, y luego se expande de forma horizontal por toda la Tierra.

Esta red de energía también está ligada a las grandes cadenas montañosas y a los sistemas de meridianos planetarios, comparables a los del cuerpo humano en la medicina tradicional china. Estas estructuras naturales funcionan como canales por donde circula la energía kundalini del planeta, distribuyéndola y activando puntos específicos del mapa.

En estos extremos del planeta se activan flujos energéticos que actúan como canales de conexión con dimensiones más sutiles(Fuente: Pexels)

Aurora, Uruguay

Un campo de energía sanadora donde muchos aseguran experimentar bienestar físico y emocional solo con acostarse en la tierra. Pero la sanación que ofrece va más allá de lo corporal: se entiende que en Aurora se liberan patrones más profundos, vinculados al plano espiritual.

Allí, la energía no solo recarga y reconecta, sino que también ayuda a transmutar aspectos negativos de la personalidad que obstaculizan el crecimiento interior. Hay quienes lo describen como un axis mundi, un punto de conexión entre planos, rico en cuarzo, donde las nociones de tiempo y espacio parecen colapsar o diluirse.

Cerca de este campo energético hay aguas termales y una gruta dedicada al Padre Pío, lo que refuerza su carácter espiritual. Es un campo muy puro, muy fuerte, que tiene la capacidad de recargarnos desde su suelo.

Se entiende que en Aurora se liberan patrones más profundos, vinculados al plano espiritual

Pirámides de Egipto

En contraposición a estos sitios sin intervención del hombre, las pirámides de Egipto –erigidas sobre otro punto naturalmente poderoso del planeta– fueron construidas por antiguas civilizaciones como enormes antenas capaces de atraer la energía del universo hacia la Tierra. Su arquitectura no es casual: con una base amplia y sólida y una cúspide que se eleva hacia el cielo, su forma triangular responde a una intención profunda de conexión cósmica. Para los egipcios, estas estructuras no solo eran tumbas monumentales, sino también portales sagrados. Creían que, al morir, el alma del faraón debía ascender al cielo y que la pirámide funcionaba como una especie de escalera simbólica hacia el más allá, guiando al espíritu en su tránsito hacia el reino de los dioses, especialmente hacia Ra, el dios del sol. En la cámara central de las pirámides, los sacerdotes conectaban con el infinito. Estas geometrías son grandes potenciadores de lo sagrado, es decir, espacios donde el plano terrenal y el celestial se rozan.

Su forma triangular responde a una intención profunda de conexión cósmicaShutterstock

Las pirámides mayas, México y Guatemala

Siguiendo con las pirámides como catalizadores de conexión entre la Tierra y el cosmos, debemos mencionar que los mayas también levantaron sus estructuras en varios lugares del centro de Latinoamérica, siendo de los más importantes Tikal, Chichen Itzá y Tulum.

Los mayas eran profundos conocedores del movimiento de los astros, y justamente porque contaban con esa sabiduría eligieron estos puntos de concentración de energía para sus pirámides. Estos sitios tienen una alineación privilegiada con nuestro sol y con el llamado “Sol Central de la Galaxia”, en torno del cual gira todo nuestro el sistema solar.

Los mayas tenían un conocimiento muy avanzado del tiempo y los astros, incluso cuenta la leyenda que al llegar los conquistadores españoles, ellos ya habían desaparecido como civilización hacia las estrellas –estratégicamente– para proteger su conocimiento y su cultura hasta el momento que el mundo estuviera listo para volver a recibirlo. Y pareciera ser que este es ese momento.

Estos sitios tienen una alineación privilegiada con nuestro sol y con el llamado “Sol Central de la Galaxia”VW Pics – Universal Images Group Editorial

Machu Picchu, Perú

Siguiendo el recorrido llegamos a un punto muy reconocido por el turismo en general, no solo por su magia sino también por su belleza. Se trata de Machu Picchu y el Valle Sagrado. Esta antigua ciudad inca, enclavada en lo alto de los Andes peruanos y cerca del Amazonas, se encuentra sobre un punto de altísima vibración. Hay quienes aseguran que forma un triángulo energético perfecto con la Isla de Pascua y Teotihuacán, en México. Y que este triángulo a su vez tiene su opuesto en lugares sagrados del Índico, cruzando el ojo del Sahara y la pirámide de Giza, en Egipto. Lejos de ser una coincidencia, este triángulo responde a una disposición geométrica precisa que puede observarse al mirar el mapa del planeta. Muchas de estas construcciones sagradas están alineadas con meridianos y paralelos específicos, formando patrones que revelan zonas de gran potencia energética. Las culturas ancestrales sabían exactamente dónde edificar y por qué: leían la Tierra como un gran organismo vivo, con puntos de conexión profunda entre lo visible y lo invisible.

Hay quienes aseguran que forma un triángulo energético perfecto con la Isla de Pascua y Teotihuacán, en México

Glastonbury, Inglaterra

Es uno de los centros sagrados más especiales. Se dice que allí está el chakra corazón del planeta. En ese punto convergen múltiples historias y leyendas antiguas y se alza la mítica Torre de Tor, que según la tradición druida es un faro espiritual. Las leyendas abundan: que José de Arimatea llegó allí con el Santo Grial, que fue el lugar donde el Rey Arturo devolvió Excalibur a la Dama del Lago, entre tantas otras. En estos lugares se generan muchas historias porque a lo largo del tiempo cada cultura que se asentó en la zona fue sumando un poco de su interpretación de la magia del lugar, sobre la base de una historia común y así es cómo se van construyendo más y más narrativas. Lo que es claro es lo que se siente al llegar. Como en el resto de los lugares sagrados, se percibe la burbuja espacio-tiempo que hace que desconectar y reconectar con uno mismo y con algo superior sea casi inevitable.

Glastonbury es uno de los centros sagrados más especialesMatt Cardy – Getty Images Europe

Mont Saint-Michel, Francia

Es otro ícono del mapa sagrado. Segunda atracción más visitada del país después de la Torre Eiffel, es una isla a la que, hasta la construcción de una moderna pasarela, solo podía accederse cuando la marea bajaba. Allí se levanta una antigua abadía dedicada al arcángel Miguel, gran protector de la humanidad. Cada día, a las cinco de la mañana, los monjes abren sus puertas para los madrugadores, con cantos y oración. Es un lugar de enorme atractivo espiritual, más allá de cualquier religión. Los arcángeles y los ángeles están presentes en muchas tradiciones, lo cual refuerza su carácter sagrado. Dormir en la isla y ver el amanecer desde la abadía hacia el continente es una experiencia única y muy profunda.

Dormir en la isla y ver el amanecer desde la abadía hacia el continente es una experiencia únicaShutterstock

Línea Sagrada de San Miguel Arcángel

Este lugar no está solo, sino que forma parte de una alineación conocida como la Línea Sagrada de San Miguel Arcángel o Espada de San Miguel. Se trata de una línea recta diagonal casi perfecta que conecta siete santuarios dedicados al arcángel Miguel, desde Skellig Michael en Irlanda hasta Stella Maris en Israel, atravesando todo el continente europeo. A lo largo de más de cuatro mil kilómetros, estos templos –construidos por pueblos distintos y en épocas diferentes– se alinean con una precisión geográfica que asombra tanto a científicos como a creyentes.

Según la leyenda, esta línea representa el golpe de espada con el que el arcángel Miguel derrotó a Satanás, marcando sobre la Tierra la victoria de la lucha contra la oscuridad. Cada uno de estos sitios –Skellig Michael (Irlanda), St. Michael’s Mount (Inglaterra), Mont Saint-Michele (Francia), Sacra di San Michele (Italia), Santuario di San Michele Arcangelo (Italia), Santuario de San Miguel Arcángel en Symi (Grecia) y Stella Maris (Israel)– sostiene una profunda carga simbólica y espiritual. Y como si la precisión de la línea fuera poca, también representa una guía invisible que señala al oeste, hacia donde se pone el sol.

Según la leyenda, esta línea representa el golpe de espada con el que el arcángel Miguel derrotó a SatanásFrancesco Riccardo Iacomino – Moment RF

Centros de peregrinación

Siguiendo con Europa y Medio Oriente, la Meca, el Santuario de Fátima en Portugal, Jerusalén y Santiago de Compostela, en España también se posicionan como centros de peregrinación espiritual. Al margen de su dimensión religiosa, muchas personas viajan a estos lugares buscando algo más profundo: la posibilidad de una energía mayor que ilumine su propio camino interior. Ya sea por curiosidad o por necesidad de conexión, estos destinos se convierten en puntos de encuentro con lo trascendente, con el propósito, con la naturaleza, con el universo, con el Creador o con Dios. Como cada uno decida llamarlo.

La autora es especialista en terapias alternativas y de autoconocimiento y creadora de Shamanic & Healing

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