Durante seis días, en diferentes puntos estratégicos de la ciudad, como el Parque Zaryadye, a pocas cuadras de la Plaza Roja, y el Puente Flotante sobre el río Moscova, más de 200 diseñadores rusos presentaron sus colecciones en Moscú Fashion Week. Firmas internacionales de China (Subai), Brasil (Artemisi), India (Shantnu Nikhil) y Sudáfrica (David Tlale), los países que integran el BRICS+, tuvieron una participación especial en esta semana de la moda, que además convocó a referentes de 65 naciones en las conferencias realizadas durante el foro BRICS+ Fashion Summit.
Ahí se analizaron temas estratégicos para la industria textil, como la influencia del cambio climático en el desarrollo y la elección de géneros que se emplean para la confección, la incorporación de la Inteligencia Artificial al diseño y programas de negocios e intercambio comercial, a nivel global. No en vano, la moda es considerada un motor de crecimiento económico para Rusia.
Su mercado se duplicó en los últimos cinco años, hoy valuado en 500 mil millones de rublos, el equivalente a 6.5 mil millones de dólares, aproximadamente. En términos de prendas, se trata de alrededor de mil millones de artículos de moda diferentes.
Por su potencial poderío, esta cumbre reunió a referentes y diseñadores de países tan diversos como Turquía, Armenia, Honduras, Etiopía, Grecia, Estados Unidos, Bangladesh, Camboya, Serbia y Paraguay, por ejemplo, además de ofrecer showrooms de 70 marcas (algunas de las que integran el programa Made in Moscow), exhibiciones de trajes típicos y desfiles en la calle.
La diseñadora moscovita Solangel, que viste a celebridades como Paris Hilton, Jennifer Lopez y Beyonce, realizó un desfile multitudinario sobre el Puente Flotante, con vista a las cúpulas de San Basilio y el Kremlim, donde ofreció una poética reinterpretación moderna de la herencia rusa.
Combinó artesanías tradicionales con tecnología de vanguardia, trajes y vestidos con motivos culturales y étnicos, inspirados en la naturaleza, a los que incorporó detalles de encaje, bordados, plumas, estampados botánicos y accesorios típicos, como matrioshkas, espigas de trigo y flores.
Este mix entre el diseño autóctono y el lujo, que honra la tradición y apuesta a nuevos mercados, también estuvo presente en la colección de otra firma con raíces en la herencia circasiana, región histórica del noroeste del Cáucaso. SaiJamin reinterpretó el tradicional cinturón de cartuchos gazyr cosido en abrigos, jugó con líneas arquitectónicas, diseños en cuero texturizado, sastrería, bustiers y cinturones llamativos y peinados trenzados con joyas. Cultura ancestral trasladada a la moda de hoy.
La marca moscotiva Ruban, en cambio, apostó a tejidos ligeros, transparencias, tonos cálidos y faldas con ruedos irregulares. Lo singular de su propuesta es que tuvo como escenario la casa donde vivió León Tolstói, hoy convertida en museo estatal.
¿Más tendencias? Mangas ultra largas, pantalones babuchas, layering, superposiciones, flecos, hombreras, estampados, géneros innovadores, oversize y todo lo que la creatividad permita.
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